martes, 14 de julio de 2009

El Nazareno de Hellín



La devoción a Nuestro Padre Jesús Nazareno en Hellín es una de las más arraigadas en esta localidad, situada al sureste de la provincia de Albacete, en un cruce de caminos entre Murcia, Andalucía, Levante y La Mancha. El Nazareno, es uno de los símbolos de la Semana Santa de Hellín, declarada de Interés Turístico Internacional.

Ya en el S. XVII, los Padres Franciscanos mandan construir la Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en la que se empieza a rendir culto a Jesús con la Cruz a cuestas. Esta ermita, como tantas otras de la entonces villa, fue derruida en el S. XIX.

En 1831, se le encarga un nuevo Nazareno al escultor Santiago Baglietto, afincado por aquel entonces en Hellín, con la intención de que desfilara en las procesiones penitenciales de Semana Santa. A finales del S. XIX, y como consecuencia de la Restauración de la Monarquía Borbónica en la figura del Rey Alfonso XII en 1874, tiene lugar en toda España un proceso de regularización legal de las diferentes asociaciones y colectivos, y las cofradías penitenciales hellineras no escapan a esta corriente. Así, en 1882, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, junto a la Dolorosa y la Soledad, es una de las primeras en constituirse legalmente, siendo designado Hermano Mayor Don Manuel Serra Valcárcel. Hasta el día de hoy, la familia de los Serra ha sido la encargada de velar por el buen funcionamiento de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, ayudados siempre por los Periche. El Hermano Mayor actual es Don Luis Jacobo Gil Serra, bisnieto del primero.

Desde su entronización en 1831, primero la primitiva imagen y posteriormente la actual, el Nazareno siempre ha ocupado la capilla situada situada a la derecha del altar mayor en la Iglesia Arciprestal de María Santísima de la Asunción. En 1898 el Cristo estrena una túnica de terciopelo ricamente bordada por Doña Remedios Palanco.

Dieciocho días antes de Viernes de Dolores, justo antes del oficiado como culto a la Dolorosa, comenzaba el novenario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno en la Arciprestal, hoy solo celebrado en ocasiones especiales como el 50 aniversario de la llegada de la actual imagen a Hellín.

Así, la Hermandad continúa funcionando a principios del S. XX con el mayor decoro posible, hasta que la Guerra Civil del 36 marca para siempre la Semana Santa Illunemse. La intolerancia se adueña de la población, y se pierde para siempre el rico patrimonio imaginero con el que contaba Hellín, solo salvándose milagrosamente cabeza y manos de Nuestra Señora de la Soledad.

El entonces Hermano Mayor, Don Jacobo Serra Martínez, medita que hacer durante unos años, y en 1944 decide reconstituir la Hermandad. El primer paso es encargar una nueva imagen. El elegido para tallar el nuevo nazareno es Federico Coullaut Valera, que por aquél entonces ya contaba con dos obras que habían calado hondo en la población, la Dolorosa y la Magdalena. La elección no pudo ser más afortunada, pues el escultor vive estos años momentos de especial inspiración, tallando algunas de sus obras más conseguidas como el Cristo de la Agonía de Cuenca o la Magdalena y la Oración del Huerto de Hellín. El Miércoles Santo de 1945, don Federico viaja a Hellín en tren junto al Nazareno, siendo recibido por multitudes de hellineros que acogen con ilusión la nueva obra. El Nazareno de Coullaut Valera es un Cristo especial, tremendamente original. Jesús es representado dando una gran zancada, mientras sostiene con fuerza la Cruz con las dos manos. Si bien el cansancio es máximo, como podemos apreciar perfectamente en su agotada cara o en su espalda muy curvada por el peso de la Cruz, en lugar de encontrarse cabizbajo, Cristo mira al frente alzando sus ojos al cielo, buscando quizás el encuentro con el Padre que le insufle energía.

Rápidamente se consigue un trono, y el Viernes Santo de 1945, el Nazareno de Hellín de nuevo inicia su ascensión al monte Calvario.

En 1946 estrena nuevo trono, obra del tallista hellinero Rafael Millán, tambien encargado de las obras de remodelación del retablo de su capilla, ultimadas estas en 1952. Los primeros años desfila con la tunica bordada por Doña Remedios Palanco, que se consiguió salvar de la destrucción en la guerra, hasta que en 1954 estrena una nueva bordada en oro y con piedras semipreciosas por las MM Carmelitas Descalzas de Albacete.

Los hermanos visten túnicas de terciopelo morado con agremanes de hilo dorado y cordón de seda, cargando pesadas cruces negras en su estación de penitencia.

Para la Hermandad siempre ha sido prioritario el acompañamiento musical. En los últimos años, es tradicional que Miércoles Santo vaya acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores la Verónica de Hellín (fundada en 1950), pues con la Hermandad de la Verónica las relaciones son excepcionales, y el Viernes Santo por la Mañana por la Unión Musical de Cenizate..

Si bien no cuenta con un gran número de hermanos, destaca la gran relación de cariño entre todos, lo que hace que para quienes pertenezcan a esta Hermandad prácticamente sea otra familia. Mucha gente de la misma reside fuera durante el resto del año, pero gracias al fervor al Nazareno, aprenden a amar como cualquier hellinero a Hellín y su Semana Santa.

Prueba de la gran devoción que las gentes de Hellín sienten por Nuestro Padre Jesús Nazareno, son los aplausos al paso de la Imagen en la noche de Miércoles Santo, especialmente intensos a su paso por el Rabal, escena repetida en su ascensión al Calvario el Viernes Santo por la mañana, de cuya procesión es titular y en la que es especialmente significativo el gran número de penitentes que acompañan al Cristo.

En 2008 las hermandades del Nazareno y la Verónica tienen a bien realizar un nuevo acto que, dada la genial acogida entre las gentes de Hellín, a buen seguro pronto será una tradición. A la llegada de la Verónica al Calvario, ésta se hace paso entre las gentes para llegar al Nazareno, al que recibe. Los costaleros del Cristo hacen una reverencia con el trono, simbolizando el momento en el que la Verónica le limpió la cara a Jesús. Justo después, la Santa Mujer se aleja de nuevo entre la multitud.

Tras el tradicional almuerzo de Hermandad, donde los hermanos comparten vivencias y sentimientos, se inicia la procesión de bajada. El Sábado de Gloria se reparten entre los hermanos las flores del Cristo, se coloca a éste en su capilla y su trono es guardado. Así, tras un aperitivo de despedida, los hermanos del Nazareno se despedirán un año más, solo esperando que no se haga larga la espera hasta la siguiente primavera cuando se vuelvan a reunir todos en torno a Él.


Por Antonio Cabezuelo, Costalero del Nazareno

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